A este autor lo conozco porque hace unos años leí “La retirada, la primera derrota de Hitler”, que me gustó mucho. En este libro Michael Jones narra la historia del asedio a Leningrado, centrándose en el aspecto psicológico de los ciudadanos. Para ello ha tenido acceso a muchos diarios escritos en la guerra y ha entrevistado a veteranos y civiles que lo vivieron de primera mano.
A pesar de que el estilo es ágil y claro, la lectura se me ha hecho dura por los espantosos testimonios que se recogen. El sitio de Leningrado no es tan famoso como las batallas de Stalingrado o Kursk, pero las líneas generales son conocidas. En septiembre de 1941 Hitler decide que la ciudad no se va a conquistar porque costaría muchas vidas. Por ello se decide sitiarla hasta que los habitantes mueran de hambre. Cientos de miles murieron de esta manera durante los siguientes meses, aunque la cifra final es difícil de calcular porque las autoridades locales dejaron de contar los muertos.
Tras una introducción Jones empieza con Barbarroja. La historia es bien conocida. Las tropas alemanes lograron una sorpresa completa y los soviéticos fueron barridos en la frontera. La cadena de mando se desmoronó y la Wehrmacht avanzó cientos de kilómetros en pocas semanas. El autor también dedica muchas páginas a los Einsatzgruppen (escuadras de exterminio), que se encargaban de asesinar, primero a judíos y luego a funcionarios soviéticos y miembros de la inteligencia (personas educadas, funcionarios, intelectuales…). Los testimonios y datos confirman que –salvo algunas excepciones- la actitud del Ejército Alemán fue de ignorar los crímenes en el mejor de los casos, o colaborar en el peor.
La parte que recoge la decisión de morir a los habitantes de hambre es escalofriante. Miembros del Alto Mando Alemán trabajan con un experto en nutrición –Profesor Ernst Ziegelmeyer- para calcular el ritmo de muertes bajo el asedio.
El siguiente capítulo se centra en el mariscal Kliment Voroshilov, al que destroza en su análisis. Para dar una idea, el título de esta parte es “El mayor saco de mierda del Ejército”, expresión utilizada por Jruschev para describirle. Michael Jones narra su carrera militar, que empieza en la Guerra Civil Rusa. En la batalla de Tsaritsyn se alía con Stalin y tiene serios encontronazos con Trotsky y otros oficiales. Crea la leyenda de que ambos han limpiado las tropas de elementos antirrevolucionarios y creado una verdadera fuerza bolchevique, que logra la victoria. En cambio los oficiales de estado mayor sólo sirven para mirar mapas.
Gracias a esta alianza Voroshilov se encarga de la cartera de defensa desde 1925 a 1940. Bajo su mandato es complicado modernizar las FFAA porque sigue anclado en la Guerra Civil Rusa, y no duda en aprovechar la paranoia de Stalin para purgar al Ejército, en especial a Mijail Tujachevsky, el principal exponente de la guerra de movimientos en la URSS. Con éste las relaciones no pueden ser peores. Michael Jones incluye algunas anécdotas; Tujachevsky era una persona bastante arrogante y disfrutaba haciendo quedar a Voroshilov como un cretino.
El efecto de las purgas y rápida expansión del Ejército se ve en las primeras semanas de Barbarroja. Voroshilov era el comandante de varios frentes en el Norte; es valeroso pero su incompetencia queda de manifiesto. Sacrifica a sus soldados en ataques que son barridos por la artillería; no entiende los conceptos de guerra moderna y tampoco informa puntualmente al Alto Mando de la situación en el frente. En septiembre de 1941 es sustituido por Zhukov, que es muy crítico con la manera en la que ha defendido Leningrado.
Zhdanov es el otro protagonista de este capítulo. En su día fue un importante miembro del PCUS, y considerado como Stalin como su sucesor. Según Michael Jones no fue muy popular en Leningrado, donde era conocido como “cerdo” o “gato gordo”. Entre sus errores está el de rechazar un enorme cargamento de grano destinado a Leningrado porque daría una impresión derrotista.
Los siguientes capítulos ya se centran en el asedio y la tremenda hambruna que causa entre la población, sobre todo a finales de 1941 y principios de 1942. La hambruna es tal que se come cualquier cosa. Los gatos y perros desaparecen, y posteriormente se empiezan a comer cualquier cosa que pueda tener proteínas, desde un cinturón de cuero a pegamento de muebles (1). En la fase más grave hay casos de canibalismo, y los padres no dejan a los niños solos. En esta situación se producen situaciones extremas, tanto para lo bueno como lo malo. Hay gente que comparte las míseras raciones y ayuda a sus vecinos, y otros que roban y venden en el mercado negro. Como he mencionado más arriba, esta parte se me hizo un poco larga por lo dura que es.
El autor dedica un capítulo entero al “Camino a la Vida”, la única vía de comunicación terrestre durante el asedio. Michael Jones destaca la dificultad de construir una ruta que pasa sobre el lago Ladoga y que está expuesta a los ataques de artillería y aviación. También es muy crítico con las autoridades porque retrasaron la evacuación de civiles y parte de los suministros no llegaban a la población por la corrupción.
La famosa Sinfonía n° 7, creada por Shostakovich y dedicada a la ciudad, también ocupa otro capítulo. Cuando sonó por primera vez muchos de los músicos de la orquesta apenas podían tocar sus instrumentos porque estaban muy débiles. Pese a todo, fue un éxito total, y un mensaje de desafío a los alemanes.
En la parte final el autor se centra en las operaciones militares que terminaron con el cerco. Primero en 1943 y finalmente en 1944. Se destaca el liderazgo de Leonid Govorov al mando del frente de Leningrado. Govorov era un experto en artillería que obtuvo importantes victorias contra los alemanes.
En el epilogo se comenta la actitud del gobierno soviético tras el cerco. Leningrado recibió el título de “Ciudad Heroica”, pero los detalles de lo ocurrido se dejaron a un lado. Por ejemplo, cuando el periodista británico Alexander Werth visita la ciudad y pregunta al alcalde Popkov por la cantidad de muertos del asedio, le da una respuesta vaga, “algunos cientos de miles”. Cuando Werth insiste el alcalde se niega a dar detalles.
Los retratos de Elena Marttila, hechos durante el asedio, no son publicados porque son “demasiado pesimistas y psicológicos”. Marttila tendría que esperar a 1991 para poder hacerlo… en Berlín.
El libro es muy recomendable para todo aquel que quiera conocer esta tragedia humana. Personalmente me hubiese gustado un poco más de análisis de la situación militar. Las ofensivas de 1943 y 1944 son analizadas desde un punto de vista táctico, pero no se habla de las preparaciones y reacciones en Moscú. Algún mapa más no hubiera estado mal. En cualquier caso, y como el mismo autor indica, no es un libro centrado en las operaciones militares. Mi edición está en inglés y es la del bolsillo, que se encuentra a precio de saldo
Fuentes y enlaces de interés:
- Leningrad, State of Siege, de Michael Jones. John Murray (2009).
- http://www.hislibris.com/la-retirada-michael-jones/
- Entrada blog: La retirada: La primera derrota de Hitler, de Michael Jones
- http://www.spbumag.nw.ru/2009/08/7.shtml
(1) Los primeros pegamentos estaban fabricados con espinas de pescado y tenían proteínas.
A pesar de que el estilo es ágil y claro, la lectura se me ha hecho dura por los espantosos testimonios que se recogen. El sitio de Leningrado no es tan famoso como las batallas de Stalingrado o Kursk, pero las líneas generales son conocidas. En septiembre de 1941 Hitler decide que la ciudad no se va a conquistar porque costaría muchas vidas. Por ello se decide sitiarla hasta que los habitantes mueran de hambre. Cientos de miles murieron de esta manera durante los siguientes meses, aunque la cifra final es difícil de calcular porque las autoridades locales dejaron de contar los muertos.
Tras una introducción Jones empieza con Barbarroja. La historia es bien conocida. Las tropas alemanes lograron una sorpresa completa y los soviéticos fueron barridos en la frontera. La cadena de mando se desmoronó y la Wehrmacht avanzó cientos de kilómetros en pocas semanas. El autor también dedica muchas páginas a los Einsatzgruppen (escuadras de exterminio), que se encargaban de asesinar, primero a judíos y luego a funcionarios soviéticos y miembros de la inteligencia (personas educadas, funcionarios, intelectuales…). Los testimonios y datos confirman que –salvo algunas excepciones- la actitud del Ejército Alemán fue de ignorar los crímenes en el mejor de los casos, o colaborar en el peor.
La parte que recoge la decisión de morir a los habitantes de hambre es escalofriante. Miembros del Alto Mando Alemán trabajan con un experto en nutrición –Profesor Ernst Ziegelmeyer- para calcular el ritmo de muertes bajo el asedio.
El siguiente capítulo se centra en el mariscal Kliment Voroshilov, al que destroza en su análisis. Para dar una idea, el título de esta parte es “El mayor saco de mierda del Ejército”, expresión utilizada por Jruschev para describirle. Michael Jones narra su carrera militar, que empieza en la Guerra Civil Rusa. En la batalla de Tsaritsyn se alía con Stalin y tiene serios encontronazos con Trotsky y otros oficiales. Crea la leyenda de que ambos han limpiado las tropas de elementos antirrevolucionarios y creado una verdadera fuerza bolchevique, que logra la victoria. En cambio los oficiales de estado mayor sólo sirven para mirar mapas.
Gracias a esta alianza Voroshilov se encarga de la cartera de defensa desde 1925 a 1940. Bajo su mandato es complicado modernizar las FFAA porque sigue anclado en la Guerra Civil Rusa, y no duda en aprovechar la paranoia de Stalin para purgar al Ejército, en especial a Mijail Tujachevsky, el principal exponente de la guerra de movimientos en la URSS. Con éste las relaciones no pueden ser peores. Michael Jones incluye algunas anécdotas; Tujachevsky era una persona bastante arrogante y disfrutaba haciendo quedar a Voroshilov como un cretino.
El efecto de las purgas y rápida expansión del Ejército se ve en las primeras semanas de Barbarroja. Voroshilov era el comandante de varios frentes en el Norte; es valeroso pero su incompetencia queda de manifiesto. Sacrifica a sus soldados en ataques que son barridos por la artillería; no entiende los conceptos de guerra moderna y tampoco informa puntualmente al Alto Mando de la situación en el frente. En septiembre de 1941 es sustituido por Zhukov, que es muy crítico con la manera en la que ha defendido Leningrado.
Zhdanov es el otro protagonista de este capítulo. En su día fue un importante miembro del PCUS, y considerado como Stalin como su sucesor. Según Michael Jones no fue muy popular en Leningrado, donde era conocido como “cerdo” o “gato gordo”. Entre sus errores está el de rechazar un enorme cargamento de grano destinado a Leningrado porque daría una impresión derrotista.
Los siguientes capítulos ya se centran en el asedio y la tremenda hambruna que causa entre la población, sobre todo a finales de 1941 y principios de 1942. La hambruna es tal que se come cualquier cosa. Los gatos y perros desaparecen, y posteriormente se empiezan a comer cualquier cosa que pueda tener proteínas, desde un cinturón de cuero a pegamento de muebles (1). En la fase más grave hay casos de canibalismo, y los padres no dejan a los niños solos. En esta situación se producen situaciones extremas, tanto para lo bueno como lo malo. Hay gente que comparte las míseras raciones y ayuda a sus vecinos, y otros que roban y venden en el mercado negro. Como he mencionado más arriba, esta parte se me hizo un poco larga por lo dura que es.
El autor dedica un capítulo entero al “Camino a la Vida”, la única vía de comunicación terrestre durante el asedio. Michael Jones destaca la dificultad de construir una ruta que pasa sobre el lago Ladoga y que está expuesta a los ataques de artillería y aviación. También es muy crítico con las autoridades porque retrasaron la evacuación de civiles y parte de los suministros no llegaban a la población por la corrupción.
La famosa Sinfonía n° 7, creada por Shostakovich y dedicada a la ciudad, también ocupa otro capítulo. Cuando sonó por primera vez muchos de los músicos de la orquesta apenas podían tocar sus instrumentos porque estaban muy débiles. Pese a todo, fue un éxito total, y un mensaje de desafío a los alemanes.
En la parte final el autor se centra en las operaciones militares que terminaron con el cerco. Primero en 1943 y finalmente en 1944. Se destaca el liderazgo de Leonid Govorov al mando del frente de Leningrado. Govorov era un experto en artillería que obtuvo importantes victorias contra los alemanes.
En el epilogo se comenta la actitud del gobierno soviético tras el cerco. Leningrado recibió el título de “Ciudad Heroica”, pero los detalles de lo ocurrido se dejaron a un lado. Por ejemplo, cuando el periodista británico Alexander Werth visita la ciudad y pregunta al alcalde Popkov por la cantidad de muertos del asedio, le da una respuesta vaga, “algunos cientos de miles”. Cuando Werth insiste el alcalde se niega a dar detalles.
Los retratos de Elena Marttila, hechos durante el asedio, no son publicados porque son “demasiado pesimistas y psicológicos”. Marttila tendría que esperar a 1991 para poder hacerlo… en Berlín.
El libro es muy recomendable para todo aquel que quiera conocer esta tragedia humana. Personalmente me hubiese gustado un poco más de análisis de la situación militar. Las ofensivas de 1943 y 1944 son analizadas desde un punto de vista táctico, pero no se habla de las preparaciones y reacciones en Moscú. Algún mapa más no hubiera estado mal. En cualquier caso, y como el mismo autor indica, no es un libro centrado en las operaciones militares. Mi edición está en inglés y es la del bolsillo, que se encuentra a precio de saldo
Fuentes y enlaces de interés:
- Leningrad, State of Siege, de Michael Jones. John Murray (2009).
- http://www.hislibris.com/la-retirada-michael-jones/
- Entrada blog: La retirada: La primera derrota de Hitler, de Michael Jones
- http://www.spbumag.nw.ru/2009/08/7.shtml
(1) Los primeros pegamentos estaban fabricados con espinas de pescado y tenían proteínas.
Coincido contigo Alejandro en que el libro es durísimo, especialmente los testimonios relacionados con el hambre que padece la población civil. Hay pasajes que son auténticas películas de terror como las bandas de caníbales que atacaban a la gente o las personas que morían en sus casas sin que nadie tuviera fuerzas para poderlas enterrar, o el testimonio que habla del hospital. Sobre la incompetencia Voroshilov, el episodio del bombardeo a las reservas de alimento de los almacenes Badaev ya habla por si mismo.
ResponderEliminarEn el plano militar, es bastante interesante las referencias que se hacen a las penalidades de las tropas soviéticas de la cabeza de puente de Nevsky y la responsabilidad que tuvo Zhukov en este fracaso.
En definitiva, es un libro que no puede dejar indiferente a nadie.
A continuación leí El Sitio de Leningrado de Alan Wykes y la verdad es que es bastante inferior en todos los sentidos. Sólo un detalle, el libro habla del sitio de Leningrado y las fotos que lo ilustran son en su mayoría de tropas alemanas.
El libro de Alan Wykes es de 1972. En aquella época un historiador occidental no tenía demasiado acceso a material soviético. De todos modos como primera aproximación me parece perfectamente válido.
EliminarReconozco que les tengo un poco de cariño a los libros que publicaba la Editorial San Martín, eran de lo poco disponible sobre temas militares en mi juventud...
Yo también les tengo mucho cariño, de hecho creo que, por ejemplo, "Stalingrado, la batalla decisiva" de Geoffrey Jukes es bastante bueno pero el que comento más arriba me pareció muy flojo, quitando la parte que habla de cómo idearon y contruyeron la carretera sobre el lago Ladoga que me pareció francamente buena. Toda una heroicidad la de ese pequeño grupo que comproba la solidez de la capa de hielo con una especie de pértigas.
EliminarMichael Jones tiene una sección donde comenta la bibliografía y menciona que hoy en día hay muchos más testimonios y diarios sobre el tema. Gracias a internet y a la apertura de archivos hoy en día se puede disponer de una cantidad de documentos soviéticos inimaginable hace unos años.
EliminarEstuve en San Petersburgo en 2011, todavía se conservan inúmeras memorias de la guerra. Hay varios edificios y monumentos que tienen daños de metralla o artillería que se conservan a propósito, con placas que lo informan. También quedaron algunos de los carteles que advertían sobre zonas particularmente peligrosas por fuego de artillería. Y los peterburgueses también conmemoran todos los años el 27 de enero, día en que se terminó el cerco.
ResponderEliminarA mí lo que más me sorprende es que, en medio de la hambruna general, hayan hecho tantos esfuerzos por preservar el patrimonio artístico y cultural de la ciudad, protegiéndolos de los ataques aéreos y de artillería. Fue gracias a eso que una de las ciudades más bellas del mundo sigue siéndolo.
El autor incluye varias anécdotas sobre cómo se salvó el patrimonio, incluyendo una colección de semillas que podría haberse consumido.
ResponderEliminarTambién cuenta una sobre árboles. En medio de un bombardeo unos tanques comienzan a maniobrar en un parque donde hay plantados varios árboles centenarios. El encargado no duda en correr hacia los tanques y explicarselo al comandante -para su asombro-. Tras pensarselo el comandante ordena dar marcha atrás y pasar por otra zona.
Tujachevsky fue ejecutado el 12 de junio de 1937 durante las purgas , pero tengo entendido que fue propiciada por los servicios de inteligencia de Alemania. Esas ejecuciones alcanzaron a 3 maritales , 60 comandantes de cuerpo , 136 generales de división , 221 generales de brigada , número indeterminado de oficiales de menor graduación y directores de industria .
ResponderEliminarAsí es Santiago, de hecho en el libro se comenta cómo fue la operación. Una de las cosas que nunca sabremos es qué hubiera pasado si la gente purgada (asesinada) en la URSS durante los años previos a la SGM hubiera estado al frente del Ejército rojo. Estoy seguro de que las cosas hubieran cambiado bastante al menos en lo que respecta a los rápidos avances alemanes de las primeras semanas de la operación Barbarroja.
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