viernes, 6 de octubre de 2017

Kesselring: The Making of the Luftwaffe

Hacía tiempo que no leía un libro sobre la guerra en el Mediterráneo, y este de Kenneth Macksey apareció a precio de saldo en Kindle. El Mariscal de Campo Albert Kesselring fue uno de los principales mandos de la Luftwaffe en la Segunda Guerra Mundial, y llegó a comandar las tropas alemanas en el Mediterráneo. Siempre me ha parecido una figura interesante porque sirvió en la Luftwaffe y Wehrmacht, destacando en ambas.

Lo cierto es que el libro me ha dejado algo frío. En muchos capítulos el autor alaba demasiado a Kesselring, hasta el punto de que parece una hagiografía. En mi opinión Macksey divaga en muchas ocasiones, y no termina de analizar en profundidad los aspectos más destacables del protagonista. Por ejemplo, entre 1936 y 1938 fue jefe de estado mayor de la Luftwaffe, pero no ofrece demasiada información sobre las políticas aplicadas, sólo sobre el debate del bombardero cuatrimotor.

Como es de esperar, el libro empieza con un repaso al origen y trayectoria de Kesselring antes de la Primera Guerra Mundial. Sirve en artillería y destaca por sus dotes de organización y liderazgo, por lo que pasa a formarse como oficial de estado mayor. Como a otros muchos militares la revolución de 1918 y el caos que le sigue le produce un enorme impacto, y confirma su opinión sobre los comunistas, ya que sirvió durante un breve periodo en el Frente Este. 

El autor sigue con la carrera de Kesselring en el periodo de entreguerras. Tras el armisticio baraja abandonar el Ejército, pero finalmente sigue en la Reichswehr, sirviendo en varias posiciones organizativas. Cuando Hitler llega al poder y crea una fuerza aérea es transferido. Kesselring dispondrá de un gran presupuesto y organizará la producción de aviones modernos, contactos con la industria y proyectos de investigación. También sigue la participación de la  Legión Cóndor en España. Lo más destacable es su apoyo a la aviación táctica porque la estratégica es demasiado cara y plantea problemas (navegación), y paracaidistas. Los problemas personales con Milch hacen que dimita del puesto de jefe de estado mayor y pase a dirigir la Luftflotte 1. 

Las parte relacionada con la SGM es la mejor del libro. Macksey describe y analiza las operaciones de las fuerzas de la Luftwaffe bajo el mando de Kesselring. Su habilidad política le hizo muy popular entre los mandos del Heer, además era muy consciente del apoyo que debía prestar a las tropas. El autor no olvida algunos fracasos, como la Batalla de Inglaterra, y los atribuye a la personalidad optimista de Kesselring y su confianza en inteligencia incorrecta. 

Como es de esperar, el papel de Kesselring en el Mediterráneo incluye los roces de Kesselring. Macksey hace un buen trabajo describiendo la naturaleza de ambos. Rommel no tenía la preparación de Kesselring como oficial de estado mayor, y utilizaba mucho su conexión con Hitler. Proponía objetivos  que diesen mucha propaganda para garantizarse el apoyo. La propuesta de hacer entrar a Mussolini a caballo en el Cairo es un ejemplo. En esta parte hay mucha política y conspiración entre alemanes e italianos, e incluso entre los mismos alemanes –las diferencias entre von Arnin y Rommel-. Las relaciones entre ambos aliados nunca fueron del todo satisfactorias, a pesar de que Kesselring tuvo mucho más éxito que otros. Curiosamente, el autor no explica demasiado la decisión de seguir en Túnez cuando era evidente que el Eje sería derrotado.

La campaña de Italia sigue a la caída de Túnez. Kesselring logra parar el avance aliado a pesar de que otros recomendaban abandonar todo el sur de Italia. También consigue bastante autonomía de Hitler. El autor dedica mucho espacio a la política de ocupación alemana, y los crímenes perpetrados por los alemanes, como la masacre de las Fosas Ardeatinas. En cuanto a Kesselring, en los juicios de posguerra siempre defendió que sus órdenes eran legales. El atentado del 20 de julio de 1944 no es analizado en tanto detalle, y el autor no es especialmente claro sobre la opinión o actitud de Kesselring.

En marzo de 1945 Kesselring es nombrado comandante del frente Oeste. Pese a su optimismo la situación es desesperada. En el libro no hay demasiados datos sobre este periodo. Tras la guerra y juicio Kesselring acepta la presidencia de la organización de extrema derecha “Stahlhelm, Bund der Frontsoldaten”, que intenta reformar. 

Como he comentado más arriba, no me parece una obra muy recomendable, a no ser de que el lector esté especialmente interesado en la figura de Kesselring. La editorial Osprey ofrece otra biografía. Es mucho más corta (66 páginas frente a 256), pero parece mucho más incisiva.

Fuentes y enlaces de interés:

8 comentarios:

  1. Creo que has cometido un ligero error en el primer párrafo: La Luftwaffe era parte de la Wehrmacht, el ejército de tierra alemán se llamaba Heer.
    Como dato adicional decir que están publicadas en español las memorias de Kesserling: "Soldado hasta el último día"

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  2. pregunta? ¡cual es su opinion sobre los comunistas? siempre salen con eso....

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  3. Jose Leopoldo, gracias por la corrección.

    Jose Leopoldo, a los oficiales alemanes les impactó mucho el caos y desorden de la revolución. Además los oficiales eran un blanco de los revolucionarios, hasta el punto de que algunos oficiales dejaron de llevar el uniforme en público.

    Este es el comentario de Kesselring sobre los miembros de los consejos de soldados, en sus propias palabras:

    "They struck me as callow, uneducated oafs who interfered with practical discussions and peacocked as if they were the officers' bosses"

    "Me llamaron la atención como zoquetes sin educación e inmaduros, que interferían en las discusiones prácticas y se pavoneaban como si fuesen los jefes de los oficiales."

    Saludos.

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    1. "Me llamaron la atención como zoquetes sin educación e inmaduros, que interferían en las discusiones prácticas y se pavoneaban como si fuesen los jefes de los oficiales."
      que gran verdad tiene esa frase, me recordó cuando se refirió así de mi un contratista grande, su empresa hacia impermeabilizaciones y mantenimiento de techos en un conjunto de oficinas gubernamentales y tenia problemas recurrentes de filtraciones, y yo trataba de robarle su contrato, al final gano mi propuesta mas barata y rápida de canalizaciones de agua

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  4. Hm, si esa era su opinión de los comunistas igual eso fué en contra de su esfuerzo bélico en el 41 no?
    Es decir, es que dice parece más correspondiente con los primeros tiempos de la revolución comunista cuando no estaba muy claro lo que iban a ser las cosas. Tras la guerra civil y toda la industrialización de la URSS el ejército que se pudo encontrar en el 41 la Wehrmacht probablemente era bastante más disciplinado no ya que el temprano ejército rojo, sino que el ejército zarista no?

    Que decís? Creeis que los oficiales alemanes empezaron Barbaroja creyendo que se iban a encontrar un ejército totalmente indisciplinado e incompetente delante?
    Yo creo que esperaban encontrarse un ejército débil y que se vendría abajo, pero no por indisciplina sino ante la superioridad alemana.

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    1. Creo que hay que distinguir entre la opinión que tenían de los comités de soldados y marineros (a los que los oficiales profesionales alemanes en general despreciaban) y el ejército soviético.
      Desde la firma del tratado de Rapallo en 1922 hasta la subida de Hitler al poder hubo una colaboración militar entre Alemania y la URSS por la que un número importante de militares alemanes se entrenaron en secreto en distintas localidades soviéticas en los aspectos prohibidos por el tratado de Versalles.
      La mala opinión de la oficialidad alemana sobre el Ejército Rojo la motivó el efecto de las purgas de Stalin así como su mediocre desempeño en la guerra de Invierno (Sin contar que para los ideólogos nazis los eslavos eran una "raza inferior")

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    2. Lo que preguntas da para un libro. Inicialmente la situación era caótica, y el desorden no sólo repugnaba a los oficiales alemanes. Churchill llegó a tildar el movimiento bolchevique como una payasada asquerosa.

      Posteriormente la situación cambia. Guderian quedó impresionado con el gobierno soviético, basado en dos pilares (partido y ejército). Churchill ganó respeto por los soviéticos en la SGM.

      Incluso antes de Barbarroja se ignoraron informes que alertaban del potencial soviético (Werner Baumbach lo comenta en sus memorias), pero los alemanes acababan de derrotar a Francia y estaban por las nubes. Saludos.

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  5. Hay que tener en cuenta también que el inico de Barbaroja fue muy exitoso, grandes ejércitos sovieticos fueron derrotadas son unas bajas alemanas aceptables.

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