domingo, 13 de mayo de 2012

Sacrifice on the steppe

Últimamente he estado leyendo sobre la campaña alemana de 1942 en Rusia, que terminó con el desastre en Stalingrado. Hoy en día existen muchos libros desde el punto de vista alemán, pero pocos desde el de sus aliados –Rumanía, Italía y Hungría-.

La obra de Hope Hamilton viene como guante en mano. Este libro relata la campaña de cuerpo Alpini en el río Don y su destrucción en la operación Pequeño Saturno. El estilo del autor es similar al de autores como Anthony Beevor; combinando la descripción de las operaciones militares con testimonios de veteranos.

El libro comienza con una introducción de la campaña alemana en la URSS. En Agosto de 1941 Mussolini envió un cuerpo expedicionario de 62.000 soldados, el CSIR (Corpo di Spedizione Italiano in Russia). La participación del cuerpo fue muy discreta. Las tropas italianas no tenían la logística adecuada para una campaña en la URSS, y su equipo eran anticuado. Los infantes no tenían ropa de invierno o calzado adecuado, e iban con fusiles de 1891 sin apenas artillería.

Tras el invierno de 1941/42 los alemanes habían sufrido más de un millón de bajas, por lo que pidieron ayuda sus aliados para suplir las pérdidas. Rumanos, húngaros e italianos pusieron más de 200.000 soldados cada uno para apoyar la campaña de 1942. En el caso italiano, los generales italianos no compartían la opinión de Mussolini, que creía que los soviéticos estaban sin reservas y ex haustos. El general Messe, comandante del CSIR se opuso al envio de más unidades, dando las siguientes razones:

- Falta de equipo adecuado y material anticuado.
- Graves problemas de transporte y suministro.
- Escasez de camiones y vehículos blindados.
- Falta de entendimiento y egoísmo de los alemanes.

Mussolini respondió que los alemanes habían prometido cumplir sus promesas, y que a la hora de la victoria, 220.000 soldados pesarían más que 62.000. Finalmente, el general Messe fue sustituido del mando del nuevo del AMIR (Armata Italiana in Russia).

El siguiente capítulo ya se centra en el tema del libro, el cuerpo Alpini. Como el AMIR esperaba tener que luchar en el Caucaso, Italia mandó tres de estas divisiones (Tridentina, Julia y Cuniense). Estas unidades tenían mucha fama como divisiones de montaña, y estaban formadas por reclutas del norte de Italia. Cada una tenía 5.000 mulas y 17.000 soldados. A pesar de la buena moral y esprit de corps, padecían las mismas deficiencias que las divisiones regulares. Apenas había ametralladoras, y se utilizaba el fusil de 1891. Los cañones AT de 47mm daban risa frente a los T-34 en palabras de sus operarios, las radios eran ligeras y móviles, pero tenían poco alcance.

Todos estos problemas hubiesen sido menos graves si las divisiones hubiesen sido enviadas a las montañas del Caúcaso, pero los alemanes decidieron desplegarlas en el Don, cubriendo el flanco norte del VI Armee. Este zona era plana como una mesa de billar, y suponía un riesgo enorme para los Alpini. Algunos mandos calificaron la decisión de bestial y criminal.

El despliegue de los italianos en el río Don fue muy impopular. Los alemanes y húngaros no habían preparado posiciones defensivas, y ni siquiera pasaron mapas detallando los campos minados.

El autor también escribe mucho sobre el tratamiento a los civiles. En esto, los italianos eran muy diferentes a los alemanes, y se quedaron asombrados de la actitud de estos últimos. A pesar de tener un plazo de 36 a 48 horas para transferir los prisioneros rusos, hacían todo lo posible para mantenerlos como auxiliares y así evitarles una muerte segura. Esto, y el buen tratamiento a los civiles, les serviría mucho en los oscuros días de Enero.

El 11 de Diciembre los soviéticos lanzaron la operación Pequeño Saturno. Los italianos llevaban varias semanas avisando a los alemanes de las concentraciones enemigas al otro lado del río, pero los alemanes –que se fiaban más de sus aviones de reconocimiento –las rechazaron. Las tropas italianas resistieron con valor, e intentaron contraatacar con un destacamento móvil y la división Julia, pero finalmente fueron arrolladas por la potencia de fuego enemiga. Tras unos días los Alpini fueron rodeados. La debacle de los Alpini acababa de empezar.

Aprovechando que los soviéticos tenían que consolidar el cerco, las divisiones italianas del CSIR comenzaron a retirarse hacia el este. Las relaciones con los alemanes empeoraron si es que podían hacerlo: los mandos italianos acusaron a sus colegas alemanas de retirar sus unidades para que los Alpini y otros elementos italianos cubriesen la retirada.

Esta parte del libro es muy confusa y los mapas no son de gran calidad, pero tampoco es problema porque la retirada fue un caos en sí mismo. Las radios no funcionaban o estaban interferidas por los soviéticos, y la cohesión de las tropas se rompió. Por ejemplo, el comandante del CSIR trazó varias rutas de retirada, via Rossoh y Vauliki-Rovenki. Esta última localidad cayó en manos enemigas, pero no se pudo informar a las tropas retiradas, por lo que muchas unidades fueron destruidas.

Hope Hamilton utiliza con gran habilidad los relatos de los veteranos para describir el sufrimiento de los Alpini. Las temperaturas llegaron hasta -47°C, apenas había comida y los heridos debían de ser abandonados porque no podían ser transportados. La aviación soviética tenía una superioridad completa y muchas veces ametrallaba o bombardeaba las columnas. Las rutas estaba infectadas de partisanos. En muchas ocasiones la vida o muerte dependía de si se dormía dentro de una cabaña o al aire libre.

El buen trato de los italianos a los civiles fue sin duda la salvación de muchos italianos. A pesar de las necesidades, los civiles ayudaron a muchos soldados hambrientos, y los soldados/partisanos respetaban sus vidas. Hay varios episodios en los que los soldados alemanes son inmediatamente ejecutados pero se respeta a los italianos.

El cerco concluye con varias batallas durante la retirada de los Alpini. La más importante la de Nikolaevka porque se rompió romper el cerco y varios miles de hombres lograron escapar. A pesar de que no hay una descripción detallada no hace mucha falta. Estos enfrentamientos fueron más bien cargas a la desesperada de los italianos, que apenas tenían armamento.

La siguiente parte del libro describe el regreso a casa en 1943 de los sobrevivientes. Si en 1942 todo era propaganda del régimen, ahora se les aislaba para proteger a los civiles de posibles enfermedades. Desde luego no fue un momento agradable para los supervivientes. Muchos estaban heridos o sufrían de congelación. Familiares de otros compañeros buscaban información sobre sus hijos o maridos. Mujeres o hijos enseñando fotos de sus padres o maridos iban a ser escenas habituales en la vuelta a casa de estos soldados.

La parte final de la obra describe lo que ocurrió con los prisioneros. Los soviéticos no estaban preparados para recibir tal número de prisioneros, y muchos de ellos murieron en las marchas hacia los puntos de envío. Estas marchas eran conocidas como las marchas del “Davai” (Vamos), por los gritos de los centinelas. La carencia de comida y bebida era tal que los prisioneros llegaron a lamer los remaches de los vagones, o hacer que hablaban con muertos para recibir más raciones.

Posteriormente las condiciones mejoraron, sobre todo para los oficiales, pero la mortandad fue comparable o incluso superior a la de los alemanes. No hay datos de cuantos italianos cayeron en manos soviéticas porque a veces se tardaba meses en hacer el recuento y tomar los datos, pero de 95.000 soldados desaparecidos en Rusia, volvieron unos 10.000.

El autor termina relatando como italianos y rusos celebraron en Rusia el 50° aniversario de la batalla, que incluía la construcción de una Iglesia.

Desde mi punto de vista, esta obra es excelente si se quiere saber más sobre los aliados de Alemania en la SGM.

Fuentes y enlaces de interés:

- Sacrifice On The Steppe, the Italian Alpine Corps in the Stalingrad Campaign 1942-1943, de H. Hamilton, Casemate (2012).

3 comentarios:

  1. Mi padre fue alpino de la Tridentina y uno de los sobrevivientes de la retirada del Don. Sobreviviente también de trabajos forzados en Alemania por no adherir y oponerse al régimen de Hitler. Emigrado en Argentina, fallece a los 93 años en Buenos Aires

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  2. El artículo coincide con los diálogos y relato que tuve con mi padre
    Felicitaciones por promover el recuerdo a tantas personas que sufrieron

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  3. Gracias zarina, un placer ¿Tienes alguna anécota o historia que podrías compartir? Los lectores siempre las aprecian.

    Si te gustan estos relatos en el blog puedes encontrar la historia de mi abuelo en la Guerra Civil junto a la de otros familiars de los lectores.

    http://alejandro-8.blogspot.com/2015/11/mi-abuelo-en-la-guerra-civil-espanola.html?_sm_au_=iVVWnDP4tSDvRmqQ

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