Hoy se cumplen 25
años de uno de los peores crímenes de la historia moderna de España. El 26 de
agosto de 1990 dos hermanos de la familia Izquierdo aparecían en la única calle de
Puerto Hurraco. Iban armados con escopetas de caza y abundante munición de postas. El
objetivo no eran los jabalíes, que se cazan con esta munición; ni las tórtolas,
como les dijeron a las hermanas.
El verdadero objetivo era
la familia Cabanillas, por la que sentían un odio feroz. Las rencillas entre
las familias duraban 30 años. La crónica parece sacada de una obra de Federico
Garcia Lorca: Amores no correspondidos, disputas por lindes, un intento de
homicidio y un asesinato. Los Izquierdo, conocidos en el pueblo como los “Pastaspelás”,
culpaban a los Cabanillas -apodados“Los Amadeos”- de la muerte de la madre (y matriarca),
fallecida en extrañas circunstancias en un incendio en su casa.
Aquella noche
Emilio y Antonio Izquierdo intentaron matar a todos los miembros de los Cabanillas.
Ni siquiera dudaron en disparar a dos niñas de 14 y 12 años, Antonia y
Encarnación Cabanillas. Y así hasta llegar a nueve personas muertas y 20
heridas.
Los hermanos
serían apresados por la Guardia Civil horas más tarde. Nunca mostraron
arrepentimiento, y de haber podido, hubieran ido al entierro a seguir matando
Cabanillas. Las dos hermanas, consideradas por el pueblo como las verdaderas
instigadoras, fueron detenidas 4 días más tarde. Habían huido del pueblo antes
que comenzase el crimen. Se dirigieron a Madrid, donde querían ser recibidas
por el presidente del gobierno, Felipe Gonzalez, para poder informarles de las
desavenencias con los Cabanillas
Arresto de Antonio Izquierdo.
Esta
impresionante foto estará siempre asociada a lo sucedido. Dos guardias civiles
acaban de arrestar al menor de los hermanos, Antonio, que todavía tiene
munición en la cintura. Ellos llevan una pistola Astra y un subfusil Star.
Fuentes y enlaces
de interés:
En internet hay
mucha información sobre este crimen. Este enlace me pareció muy detallado:
por desgracia en muchos países existen rencillas entre familias, como siempre las consecuencias son muertos, un odio enfermizo que envenena a cada miembro de las familias, la pretensión de ser el "más fuerte y valiente" (en realidad cobardes en toda la extensión de la palabra) de la familia que puede con todo y una sed de venganza sin sentido
ResponderEliminarEn los pueblos pequeños siempre andan con follones de fincas y tierras.
ResponderEliminarEn el pueblo mi madre igual, son cuatro, y desde que tengo uso de razón se pasan los rencores de padres a hijos.
"Que si las piedras que limitan mi finca las has movido unos metros más allá, que si esta parcela la tenía escriturada mi abuelo y la está trabajando tu cuñao".... que si paquí que si pallá.