lunes, 25 de mayo de 2020

Operación Catherine, cuando Churchill quiso atacar el Báltico

En septiembre de 1939 el entonces Primer Lord del Almirantazgo, Winston Churchill, planteó a la Royal Navy una operación para atacar a Alemania en el mar Báltico, interrumpiendo el vital comercio de mineral de hierro con Noruega y empujando a este país, Finlandia y Suecia al bando aliado. La operación es un buen ejemplo del pensamiento de Churchill, que siempre buscaba operaciones audaces en los puntos débiles del enemigo - el famoso "suave vientre del Reich".

Catherine nunca se ejecutó porque los acontecimientos se fueron precipitando y era evidente que había pocas posibilidades de éxito. Quizás en la época napoleónica hubiese podido tenerlo, pero en 1939 con la aviación y los campos de minas era evidente que no.

Churchill planteó la operación a los pocos días de ser nombrado Primer Lord del Almirantazgo. En aquel momento ya tenía claro que quería atacar a Alemania de manera inmediata. En sus memorias recuerda:

"Busqué fervientemente la forma de atacar Alemania con medios navales. Primero y ante todo rme fijé en el Báltico"

El objetivo era enviar una flota de buques a través de los estrechos daneses y alcanzar el Báltico, interrumpiendo el comercio entre Alemania y Suecia empujando a los países escandinavos a unirse contra Alemania. Al mismo tiempo, Churchill quería mandar un mensaje a la Unión Soviética, de ahí que la operación se bautizase con el nombre de la emperatriz Caterina la Grande.

Consciente del riesgo y posibles pérdidas, Churchill propuso utilizar 3 acorazados de la clase Revenge como núcleo principal. Estos acorazados eran una versión más económica de la clase Queen Elizabeth y apenas habían sido modernizados desde la Primera Guerra Mundial. Su escasa velocidad les hacía poco útiles en combates con buques más modernos, como la clase Scharnhorst o Bismarck.

Acorazado de clase Revenge "Royal Oak" (Wikipedia).

Mapa del mar Báltico (Wikipedia). 

Para poder atravesar los canales, los acorazados serían aligerados retirando un par de torretas y reforzando el blindaje de cubierta y armamento antiaéreo. Para aumentar la flotabilidad y mejorar la protección frente a torpedos se instalarían compartimentos en los costados (en algunas publicaciones referidos como airbags).

Como es lógico, los acorazados operarían dentro de una flota compuesta por:

- 3 acorazados de la clase Revenge
- 3 cruceros pesados de la clase County
- 6 cruceros ligeros de la clase Town
- 2 cruceros antiaéreos
- 16-24 destructores
- 8 cazaminas/rompeminas
- Otros buques de apoyo

Una vez alcanzado el Báltico, el plan no era demasiado claro, estableciéndose en una base neutral en Suecia.

Al estado mayor de la Royal Navy no le preocupaba demasiado la Kriegsmarine. Por aquel entonces los acorazados de la clase Bismarck no estaban en servicio, y los Sharnhorst estaban infraequipados con cañones de 280 mm, con prestaciones mucho más bajas que los de 380 mm de los Revenge. La Luftwaffe sí que se veía como un peligro, y se propuso que varios portaviones lanzasen 200 cazas Spitfire para cubrir la flota, aterrizando posteriormente en Suecia.

Desde un primer momento hubo resistencia al plan. El Primer Lord del Mar, almirante Dudley Pound, se oponía porque las modificaciones requerían acero del que no andaban sobrados; los acorazados eran necesarios -especialmente si Italia y Japón se unían a Alemania- y la pérdida de la formación alentaría a estos dos países a declarar la guerra.

A pesar de la oposición Churchill siguió adelante, pero la evolución de la guerra fue dificultando más la ejecución. En septiembre de 1939 el acorazado Royal Oak -uno de los designados para Catherine- fue torpedeado en la base de Scapa Flow, resultando hundido. Ese mismo mes Polonia se vio obligada a capitular, y Alemania y la URSS pasaron a tener frontera directa. Esto dificultaba cualquier bloqueo y alejaba a la URSS de los aliados. Por ello Churchill canceló los preparativos en enero de 1940.

La decisión fue todo un acierto. Tras la caída de Francia, los acorazados de clase Revenge jugaron un importante papel escoltando convoyes. También fueron enviados al Sudeste Asiático, operando contra la Armada Japonesa. Una incursión en el Báltico hubiese expuesto a la flota a campos de minas, y ataques de submarinos, lanchas torpederas, barcos y aviones. Una vez dañados los buques no hubiesen podido regresar, y las pérdidas hubiesen sido un duro golpe al prestigio de la Royal Navy.

En cuanto a desplegar 200 Spitfire desde portaviones, merece la pena recordar que en agosto de 1939 la RAF contaba con 104 operacionales.

Fuentes y enlaces de interés:

- http://www.webatomics.com/jason/catherine.html
- https://forum.axishistory.com/viewtopic.php?f=114&t=29870

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